El VIH es un virus que, con el tiempo, ha sido objeto de importantes avances en su manejo y prevención. Para quienes viven con él o están en riesgo de contraerlo, estos progresos representan nuevas oportunidades para mantener una mejor calidad de vida y proteger su salud de manera efectiva. En este escenario, lenacapavir surge como un tratamiento innovador que ofrece una forma más sencilla y eficaz de prevenir la infección, abriendo una ventana de esperanza para muchas personas que buscan opciones que se adapten mejor a sus necesidades y estilos de vida.
Es un medicamento antirretroviral de acción prolongada, comercializado bajo el nombre Yeztugo, el cual se administra mediante una inyección subcutánea cada seis meses. Este fue desarrollado por la farmacéutica Gilead Sciences y recientemente aprobado por la FDA en Estados Unidos como opción preventiva contra el VIH, marcando un hito en la lucha contra el virus.
Desde hace más de una década existen medicamentos capaces de prevenir la transmisión del Virus de Inmunodeficiencia Humana, aunque la mayoría requiere la toma diaria de una pastilla, lo que puede dificultar la adherencia para muchas personas. Yeztugo se administra dos veces al año, lo que ofrece una alternativa revolucionaria frente a esto.
En 2022, ya había sido aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) para el tratamiento del VIH en pacientes con infecciones resistentes. Sin embargo, su reciente aprobación como opción preventiva le otorga una nueva dimensión y mayor alcance.
Lenacapavir actúa inhibiendo la cápside del virus del VIH, es decir, la cubierta proteica que protege el material genético del virus, esencial para múltiples fases del ciclo viral, como la entrada al núcleo de las células huésped, la integración del ADN viral y la formación de nuevas partículas infecciosas. Al bloquear esta cápside, lenacapavir impide que el virus se replique dentro del organismo.
Según el reporte de The Washington Post, este mecanismo permite que una sola dosis tenga un efecto prolongado, ofreciendo protección durante varios meses (The Washington Post, 2025).
Lenacapavir fue sometido a diversos ensayos clínicos bajo el programa PURPOSE, siendo los más destacados los estudios PURPOSE 1 y PURPOSE 2. Estos ensayos evaluaron la seguridad y eficacia del medicamento en diferentes poblaciones de alto riesgo.
En África subsahariana, donde las mujeres y las adolescentes representan casi el 60 % de los nuevos casos de VIH, el acceso a métodos de prevención eficaces y sostenibles es urgente. En este contexto, uno de los ensayos más relevantes fue el estudio PURPOSE 1, realizado en mujeres cisgénero de la región. Los resultados fueron especialmente prometedores: no se reportaron infecciones por VIH entre las participantes que recibieron lenacapavir, lo que refleja una eficacia del 100 % en la prevención del virus (HuffPost, 2025).
Por otro lado, el estudio PURPOSE 2, que incluyó a más de 2.000 personas de diversas identidades de género y orientaciones sexuales, mostró que solo se produjeron dos infecciones entre 2.179 participantes, lo que equivale a una protección del 99,9 % (Deutsche Welle, 2025).
La FDA afirmó que estos resultados representan uno de los niveles de eficacia más altos jamás registrados en la prevención del VIH (Time, 2025). Esto representa un hito en la medicina preventiva y una esperanza para miles de personas.
Una de las principales ventajas de lenacapavir es su administración semestral, lo que mejora la adherencia al tratamiento, especialmente entre personas que olvidan tomar medicamentos a diario o enfrentan dificultades para acceder regularmente a servicios de salud. Esto podría beneficiar a comunidades históricamente marginadas, como personas sin hogar, trabajadores sexuales o consumidores de sustancias.
También representa una reducción del estigma, ya que evita tener que tomar pastillas todos los días, lo que en algunos contextos sociales puede ser un motivo de discriminación (HuffPost, 2025).
En cuanto a las desventajas, el principal obstáculo es el alto costo del tratamiento. Según estimaciones reportadas por The Washington Post, el precio anual en EE. UU. podría superar los 28.000 dólares, lo que limita su acceso para muchas personas y sistemas de salud públicos (The Washington Post, 2025).
Aunque lenacapavir ya fue aprobado en EE. UU., todavía no está disponible en otros países. Si bien la farmacéutica Gilead ha firmado acuerdos para permitir la producción de versiones genéricas sin regalías en más de 120 países de ingresos bajos y medios, aún está por verse cómo se implementará este acceso global de manera efectiva.
Otra preocupación es que, al tratarse de una inyección semestral, una vez administrada, no puede retirarse ni detenerse fácilmente en caso de efectos adversos o problemas médicos, a diferencia de los comprimidos orales, que pueden suspenderse de inmediato.
La FDA aprobó lenacapavir como medicamento preventivo el 18 de junio de 2025, posicionándolo como la primera opción inyectable de PrEP con protección semestral. Con ello, Estados Unidos se convierte en el primer país del mundo en autorizar esta modalidad de tratamiento.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSIDA) han aplaudido este avance, destacando su potencial para reducir significativamente la incidencia de nuevos casos, especialmente si se logra una implementación equitativa en regiones vulnerables (Time, 2025).
Lenacapavir representa un cambio de paradigma en la prevención del VIH, no solo por su innovador mecanismo de acción, sino también por su facilidad de uso, elevada eficacia y durabilidad, que lo convierten en una herramienta poderosa para avanzar hacia el objetivo global de erradicar nuevas infecciones.
Su aprobación en Estados Unidos marca un hito en la historia de la lucha contra el VIH, al ofrecer una alternativa que reduce significativamente las barreras de acceso y adherencia al tratamiento preventivo. Sin embargo, su implementación global aún enfrenta desafíos económicos, logísticos y de equidad, especialmente en las comunidades más vulnerables.
Como toda innovación médica, su verdadero impacto dependerá de la voluntad política, la inversión en salud pública y el compromiso de los sistemas de salud y organismos internacionales para garantizar que este avance llegue a quienes más lo necesitan. La ciencia ya dio un gran paso; ahora es momento de traducirlo en acceso real y universal.
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