Lactancia materna. El apego que lleva a la felicidad

Lactancia materna. El apego que lleva a la felicidad

La llegada de un hijo lleva consigo muchas experiencias nuevas y desafíos, sobre todo para la madre, quien ve su vida totalmente transformada y debe acomodar su mundo ante la presencia de este nuevo ser que necesita amor y apego para poder crecer.

Ahí es donde la lactancia materna adquiere un papel fundamental, ya que, si bien, no es un proceso fácil, el lograr llevarlo a cabo constituye un beneficio no sólo en la alimentación, sino en muchos otros factores emocionales y de desarrollo del niño.

Cifras de lactancia materna en nuestro país

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda mantener la lactancia exclusiva hasta los seis meses de vida de los niños y complementada con la alimentación, hasta los 2 años.

En nuestro país la cifra de menores que reciben lactancia materna es cada vez mayor, alcanzando un 57%.

La meta del Ministerio de Salud (Minsal) es aumentar ese número, al menos a un 60% Se trata de una cifra que ha mostrado una fuerte alza en los últimos seis años, pues en 2011 la cobertura de esta práctica fue del 41% de los 138 mil infantes que se controlan en la red pública.

Grandes beneficios para los lactantes

Un bebé que recibe alimentación materna, no sólo se beneficia al recibir los nutrientes que necesita, sino que también puede tener otros resultados positivos a largo plazo. Muchos estudios indican que:

  • El bebé al percibir los latidos del corazón de la madre por estar en su pecho, comienza a sentirse familiarizado por los sonidos que percibía en el útero. Esto hace que el cerebro del bebé produzca una sustancia llamada endorfina, que es conocida como la hormona de la felicidad. De esta manera, el bebé comienza a sentirse seguro, cómodo y tranquilo. Además, este efecto positivo se ve reforzado por el olor de mamá y las caricias que recibe mientras se alimenta.
  • Los bebes amamantados durante su primer año de vida desarrollan más tempranamente sentimientos de autoconfianza, autonomía emocional, independencia, adaptación social, habilidades de comunicación y capacidad para establecer vínculos emocionales con otras personas. Estos resultados son más notorios cuando la lactancia se prolonga hasta los 2 años de edad.
  • En la adolescencia y la vida adulta se manifiestan, entre otras cosas, mejores relaciones familiares, una autoestima sólida, mayor estabilidad de las relaciones afectivas y menor tendencia a las adicciones.
  • Durante la vida adulta se manifiesta una mayor capacidad para brindar amor y afecto a otras personas, mejores relaciones familiares, una autoestima sólida y mayor estabilidad de las relaciones afectivas.

¿Cuáles son los beneficios para la madre?

  • El estímulo de la succión del pezón hace que el cerebro libere mayores cantidades de endorfinas y también de las hormonas prolactina y oxitocina, las cuales generan una sensación de bienestar y disminuyen el estrés emocional y la ansiedad.
  • Promueve la autoestima y ayuda a disipar las dudas que muchas mujeres tienen acerca de su capacidad para ser buenas madres.
  • Fortalece los vínculos afectivos con el bebé.
  • Disminuye significativamente el riesgo de depresión posparto.
  • Favorece la capacidad de adaptación a la maternidad.
  • Muchos estudios señalan que las madres que logran una lactancia tienden a ser más afectuosas con sus otros hijos, con su pareja y, en general, con las personas allegadas a ellas.

Consejos para una lactancia exitosa

Ofrecer el pecho a libre demanda:  El bebé o niño es el único que sabe cuándo ha quedado satisfecho, por ende, la toma debe ser cuando lo requiera y debe durar hasta que suelte espontáneamente el pecho. El régimen de libre demanda, día y noche, facilita la organización de la lactancia, ya que, por lo general, el bebé sólo va regulando sus horarios.

Pedir ayuda: En un principio no es fácil la lactancia. Muchas veces duele y se rompen los pechos. Si sientes dolor o tienes grietas en el pezón, pide ayuda a una matrona, médico que pueda ayudarte y enseñarte. Consulta a tu matrona, a otra madre que haya dado leche o a grupos de apoyo a la lactancia.

No dar chupetes ni mamaderas al recién nacido hasta que la lactancia se haya consolidado: Los chupetes se succionan diferente que el pecho, por lo que el recién nacido podría confundirse y posteriormente agarrar el pecho con menos eficacia, ya que se utiliza distinta musculatura de succión. Muchas veces esto puede provocar grietas y en ocasiones mastitis.

Buscar un lugar tranquilo:  Cuando amamantes, busca hacerlo tranquilamente, en un lugar tibio y cómodo.

Experimentar distintas posiciones, hasta que encuentres la más cómoda para ambos: puedes usar también el cojín de lactancia para posicionar al bebé.

Usar un sostén cómodo: Los pechos se vuelven más sensibles, la areola se oscurece y aumenta de tamaño y las venas se hacen más notorias. A veces esto provoca picazón y puntadas ocasionales. Utiliza un sostén que sea firme, cómodo y de algodón, ya que es más suave al contacto de la piel.

Comunicarte con tu bebé mientras lo alimentas: Este es el momento donde ellos reconocen tu voz y logran total tranquilidad. Mira a tu bebe a los ojos, puedes cantarle y conversar con el o ella. Esto estrechará el vínculo entre ambos.

Si por diversos motivos, no logras amamantara tu bebé, igual puedes generar un vínculo afectivo. Lo importante es tener una instancia para acariciarlo, cuidarlo y que puede sentir amor.

Es fundamental cubrir las necesidades de tu hijo a tiempo para que se pueda convertir en un niño seguro y feliz.