El cuerpo humano es probablemente una de las creaciones más complejas. Cada pieza que lo compone funciona de una manera determinada funcionando a la perfección en la mayoría de los casos. Sin embargo, como cantidad de órganos, existen enfermedades.
Es por eso que la medicina se especializa en diferentes áreas de acuerdo a la parte del cuerpo afectada. Pero lamentablemente, hay muchas veces que la medicina no logra aportar a la cura definitiva. Es ahí donde en muchas ocasiones, experimentamos los “milagros de la medicina”, historias en las cuales no hay explicación científica,pero se ha revertido un pronóstico que parecía definitivo.
En estas fechas en que celebramos Semana Santa, te presentamos algunos casos en que sólo un milagro podría explicar lo inexplicable.
Un ciudadano polaco llamado Jan Grzebskiestuvo 19 años en coma tras haber sufrido un accidente ferroviario en su trabajo, en el año 1988. Un día cualquiera, Jan despertó del coma, debiendo incorporarse a un mundo totalmente diferente al que recordaba. El capitalismo tomaba fuerza, la tecnología avanzó a pasos agigantados y Estados Unidos continuaba con su guerra en Irak.
Según la medicina, superar el coma no implica volver a la normalidad simplemente, mucho menos en un corto lapso de tiempo. Los pacientes que despiertan enfrentan una combinación de desafíos físicos, intelectuales y psicológicos que requieren atención especializada.
Quienes superan esta condición lo hacen de manera lenta y progresiva, incluso durante varias semanas, mientras se adquieren más habilidades motoras y cognitivas. En algunos casos el progreso se limita sólo a respuestas muy básicas como abrir y cerrar los ojos, o mover una extremidad, mientras que en otros el individuo logra la plena restauración de la consciencia y la funcionalidad corporal.
Es por eso que despertar de un coma de un momento a otro, sin presentar secuelas, es prácticamente imposible desde el punto de vista científico.
En Gran Bretaña, una mujer llamada Margaret Martin, dio a luz luego de que le extirparan el útero. En contra de todo pronóstico, la paciente tuvo una niña de dos kilogramos y medio.
Según el equipo médico, Margaret Martin concibió el niño de uno de sus propios óvulos que fue fecundado poco antes de la operación. El óvulo descendió de las trompas de Falopio poco después de la operación y quedó adherido a su intestino.
A pesar de que la mujer consultó a sus médicos afirmando que se sentía embarazada, hubo un descrédito general sobre tal posibilidad. No obstante, se pudo comprobar que una pequeña masa crecía en el abdomen de la futura madre y más tarde se registraron latidos en un diminuto corazón.
Sus doctores no pudieron encontrar una explicación médica, asegurando que le habían practicado una histerectomía total y que este tipo de casos, sucede en un caso entre millones.
Desde el punto de vista de la sicología, los especialistas reconocen lo positivo que es aferrarse a la fe. Es por eso que muchos de ellos recomiendan orar o rezar. No necesariamente porque ellos crean, sino porque reconocen que a sus pacientes les hace bien conectarse en oración.
Este acto de orar, genera en el paciente o en quienes lo rodean, una sensación de paz. En esta instancia, pueden dejar su ansiedad entregándose al designio supremo. Esto les genera esperanza y esta esperanza les entrega una fortaleza para poder enfrentar lo adverso de las circunstancias.
El ser humano puede creer en Dios, en los santos, en un ser supremo, en una energía que mueve al mundo o simplemente en sí mismos. Independiente de quien sea el centro de sus creencias, la gran mayoría de las personas experimentará la esperanza en algún momento de la vida.
Conocer estos testimonios de milagros hace que se despierte la esperanza en quienes padecen una enfermedad o están viviendo una dificultad que pareciese no tener salida. Esto a nivel de salud hace que bajen los niveles de cortisol (hormona del estrés) y se eleven los niveles de dopamina (hormona de la felicidad), ya que nos aferramos a la idea de algo que no tenía solución, comience a tener opciones de solucionarse e incluso, podemos llegar a ser testigos y protagonistas de un milagro.
Diversos estudios indican que las personas de las cuales nos rodeamos, influyen mucho en la forma en que enfrentemos las situaciones. Es por eso que los sicólogos recomiendan rodearse de personas con fe; personas positivas que siempre crean que las cosas pueden mejorar.
Junto con los beneficios sicológicos, podemos experimentar beneficios físicos en nuestro organismo. Algunos de ellos podrían ser:
Todas estas historias son verídicas. En cada una de ellas, se revirtió lo que parecía imposible. Para algunos puede ser producto del azar, mientras que quienes tienen fe no dudan en atribuirlo a una intervención divina. Lo que sí está claro es que los hechos sí ocurrieron y todo indica que los milagros existen.
Procuremos tener fe, creer y pensar en positivo. Sin duda, esto mejorará nuestra salud y nos hará sentirnos más felices.