Llega el frío, el invierno y la gran preocupación por el aumento de virus respiratorios… Pero, ¿en qué consiste el virus de la influenza y a qué síntomas debo estar atento para acudir a un centro asistencial?
La influenza es una enfermedad respiratoria aguda de origen viral que puede afectar a la nariz, la garganta y los pulmones. Aunque muchas personas pueden curarse sin tratamiento, en algunos pacientes puede ser grave, y complicarse con neumonía u otras infecciones, especialmente en personas con factores de riesgo como niños, adultos de edad avanzada, embarazo o enfermedades crónicas.
Existen cuatro tipos de influenza: A, B, C y D. La más conocida es la influenza tipo A, ya que es la más común en seres humanos y es la causante de epidemias focalizadas o pandemias por tener la capacidad de propagarse eficazmente entre la población.
La influenza de tipo B es la segunda más recurrente y solo se diferencia de la primera por presentar síntomas más leves aunque más duraderos. En tanto, la de tipo C es la que genera menos afectación de las 2 anteriores, sin siquiera alcanzar a provocar epidemias.
Finalmente, la influenza de tipo D se registra exclusivamente en ganado con posibilidad de traspaso a otros animales, pero no afectaría a los seres humanos según los estudios relacionados.
Sin embargo, es importante señalar que los virus cambian constantemente, y a medida que pasa el tiempo, pueden provocar epidemias debido a la baja inmunidad de la población.
En nuestro país, según el Instituto de Salud Pública (ISP) desde inicios de abril se ha observado un aumento importante de la circulación de virus respiratorios. Lo cuál genera alta preocupación por la positividad de las muestras, a lo que se suman las muertes informadas en la región de Ñuble a causa de la influenza.
La influenza se contagia por las gotitas de saliva que se expulsan al toser o estornudar o por el contacto con superficies contaminadas.
Es más frecuente que se propague en lugares cerrados, con poca ventilación y con mucha gente. Por esto, es más habitual en invierno cuando, además, el frío debilita las defensas respiratorias.
Si bien la influenza y el resfriado común tienen síntomas similares, la influenza es causada solo por los virus de la influenza, mientras que el resfriado común puede ser causado por diferentes y varios virus.
Los síntomas pueden parecerse al principio, como por ejemplo, en la congestión nasal o el dolor de garganta. Sin embargo, el virus de la influenza suele tener una aparición más repentina, y evolucionar a síntomas más intensos como:
Los síntomas comunes suelen comenzar de dos a tres días después del contagio y perdurar, en pacientes sin complicaciones, durante una semana o más.
Algunos síntomas como el cansancio, la tos y la sensación de malestar pueden permanecer durante más de dos semanas, principalmente en pacientes con problemas pulmonares y adultos mayores.
Cualquier persona puede contraer la influenza y todos se pueden agravar, pero algunas personas corren un mayor riesgo de desarrollar complicaciones graves. Esto incluye a adultos mayores (65 años de edad o más); personas con enfermedades de base crónicas (como asma, diabetes o enfermedades cardiacas); personas embarazadas y niños menores de 5 años, pero especialmente los lactantes menores de 2 años.
Las personas que experimentan estos signos de advertencia deberían recibir atención médica de inmediato:
Estas son algunas de las medidas para evitar contraer la influenza:
Recuerda que ante la aparición o perduración de uno o más síntomas, recomendamos consultar con tu doctor.
¡Cuidemos juntos de tu salud y bienestar! Recibe el tratamiento más adecuado para ti.
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