El acné hormonal aparece cuando ciertos desequilibrios en los niveles de hormonas, especialmente andrógenos como la testosterona, estimulan la producción de sebo en la piel. Ese exceso de grasa obstruye los poros, causando granos, puntos negros y en algunos casos lesiones profundas y dolorosas.
Aunque suele relacionarse con la adolescencia, muchas mujeres entre los 20 y 40 años también lo experimentan, especialmente en la barbilla, mandíbula y cuello.
El acné hormonal puede tener múltiples detonantes. Entre los más comunes se encuentran:
El ciclo menstrual, el embarazo, el posparto o la menopausia generan variaciones hormonales que pueden desencadenar brotes de acné, especialmente en la fase premenstrual.
El SOP es una de las causas más frecuentes de acné persistente en mujeres adultas, debido al exceso de andrógenos que aumenta la producción de sebo en la piel.
El estrés eleva el cortisol, una hormona que afecta el equilibrio cutáneo. Esto explica los llamados “granos por estrés”, que aparecen en momentos de tensión emocional.
Alimentación rica en azúcares, falta de sueño, uso de cosméticos comedogénicos y predisposición genética pueden empeorar el acné hormonal.
Algunas señales que pueden indicar que tu acné es hormonal:
El abordaje más efectivo combina tratamientos médicos, cambios de hábitos y cuidados dermatológicos.
Siempre deben ser indicados por un médico especialista.
El acné hormonal no es solo un problema de piel, es una señal del cuerpo que refleja desequilibrios internos. Con un diagnóstico adecuado, tratamiento médico y ajustes en el estilo de vida, es posible controlar los brotes y recuperar el equilibrio.
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